Alberto pensaba que era inmune a los ataques de la loca, pero no, al final se dio por vencido y pensó que no había más remedio que rendirse a la «loca de la casa», ¡qué mala idea! pero en ese momento no había más remedio.
Esta frase, la de la «loca de la casa» dicen que fue acuñada por una santa, y se refiere a la mente de la misma persona, que si le das rienda suelta a la misma, se vuelve loca.
Pasaban varios días en los que Alberto tenía ante sí, episodios donde pensaba que se había imaginado cosas, sobre todo cosas que supuestamente habían sucedido, pero que no eran verdad. Lo sabía porque repasaba los hechos anteriores y posteriores lo que le ponía más ansioso, pero era la única manera de derrotar al episodio de estrés causado por la desequilibrada de su mente.
Y así pasaban los días. Alberto se dio cuenta de una cosa, si le daba rienda suelta a los pensamientos pues estos se apoderaban de él y ni se daba cuenta o a veces sí. Sin embargo, pudo controlarlos y que ellos no lo controlaran a él. Pero cada día era una historia diferente, pero sabía que se la tenía que luchar porque no hay acto de cualquier tipo que no tenga consecuencias y es mejor no tenerlas para no tener problemas.
Sin duda que a la loca hay que cuidarla, manejarla a rienda corta, y no dejarla que tome el control, qué miedo cuando la loca entra en acción y somete a su dueño. Son insospechadas las consecuencias de los arrebatos de la loca.
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