El dolor tan presente y tan ausente en nuestra vida. Presente si lo enfrentamos quizás por un dolor físico pero cuando se va o se acaba la causa de ese dolor físico llega una sensación de alivio y se vuelve ausente, pero queda otro tipo de dolor. Ese dolor que siempre llevamos dentro: el de no recuperarnos de heridas del pasado, de no aceptar las circunstancias que nos han tocado vivir o de simplemente no aceptar nuestra vida.
El dolor moral (no sé si así se llama) y el físico tan junto y tan separados porque el primero si no trabajas en él te consume. Para el segundo te puedes tomar un analgésico o quitas el orígen del mismo y pasa, pero para el segundo habilidades y ayudas mayores serán necesarias para poder superarlo. Sin embargo, es necesario mencionar que el principal ayudador para que el dolor moral pase y se vaya de tu vida eres tú mismo. Sé que es muy difícil llegar a la raíz del dolor, porque a la larga lo que proyectamos en nuestro exterior son efectos de nuestro dolor, con decisiones, con actitudes y con formas de actuar que son un grito de auxilio pero que no mucha gente puede identificar o mucha gente no quiere ver o no quiere involucrarse. Hasta uno mismo, luego de hacer por reiteradas ocasiones actividades que se vuelven comunes y triviales pueden llegar a convertirse en un síntoma del dolor que te consume y no te das cuenta.
No sé qué te pase hoy. No sé si te duele una parte de tu cuerpo o si por el contrario padeces un dolor físico crónico, lo que sí sé es que el dolor no puede gobernar nuestra mente y nuestra vida. Igual sé que es duro mirarse hacia dentro porque nuestras oscuridades que las conoce Dios perfectamente nos dan miedo o ver de lo que somos capaces nos aterra aún más. Sólo te digo hoy intenta mirarte a ti mismo, descubre porqué te duele, porqué no superas lo que te tiene atenazado allí bajo esa capa gruesa de dolor y libérate. No sé en qué crees y pide que salga ese dolor, lo que sí se es que el dolor puede consumirte y hasta matarte, pues puede llegar a ser una pesada carga insoportable si no sabes identificar sus síntomas, sacarlos de forma adecuada y responsable y extirpar la raíz.
La vida te puede marcar, pero tú eres capaz de quitarte esa marca, pues tienes derecho a vivir sin dolor, aunque es una realidad que la misma vida no está exenta de dolor, lo importante es cómo lo vivimos y lo manejamos, cómo nos relacionamos con él y sobre todo cómo lo inhabilitamos para que no gobierne nuestra vida. Tarea titánica pero de valientes, porque llegar a tu raíz de dolor será el inicio de un brillante futuro, que no estará exento de dolor, pero que sí te ayudará a saberlo manejar mucho mejor de lo que hayas hecho hasta ahora. ¿Lo has intentado? Prueba aunque sea una vez ver de dónde viene tu dolor o tu insatisfacción y talvez es algo sencillo pero seguro que lo puedes resolver.
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