Cuando era muy pequeño tenía una idea de la vida propia de mi mente infantil. Pensaba que de por sí todo era bueno y en consecuencia la gente era buena y permanecía así para siempre. Era y a pesar de todo un creyente en la gente. ¿Un humanista diría hoy? Si, pero simplemente un creyente en las personas un «believer». ¿Lo sigo siendo hoy? ¡SI!
Creo que sería muy triste si no creyera en las personas. Las personas, cada una te dan parte de ellas y con sus brillos y grises y negros te aportan algo, a cada momento de tu vida, sea como sea.
Todo ha cambiado desde que empezó ese mundo de mi mente de pequeño porque no podemos negarlo, la vida es muy dura y todo empieza y se acaba o se transforma. Unos y unas van y vienen, otros se transforman y vuelan, otros se quedan atrás, otros mueren y otros permanecen, pero al final tu vida está rodeada de personas que hacen que tu vida sea la que es y que con todo lo que son te aportan para lo que eres. Al final ese mundo de pequeño no es irreal, pues todo tiene su lado bueno y malo, gris y negro, amarillo y azul brillante, y lo mejor de todo es que lo puedes pintar como quieras y deja de ser ese mundo que ve tu percepción y se convierte en el mundo que quieres que sea. Atrevete, dibuja, pinta, cambia, transformate y sobre todo evoluciona. No te quedes estático. ¿Te atreves?
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